sábado, 2 de marzo de 2013

Quién, cuándo, dónde, por qué y cómo



Publico una carta enviada a EL PAÍS por JUAN JOSÉ JIMÉNEZ BLÁZQUEZ Y 26 FIRMAS MÁS Madrid 21 FEB 2013 - 00:00 CET.

¿Quién es el valiente que se pone delante de una clase repleta y convence a sus alumnos de que tener unos estudios es importante, cuando está claro que vale mucho más el carné del partido que una licenciatura universitaria?

¿Cuándo empezamos mis compañeros y yo a vivir por encima de nuestras posibilidades, con un sueldo continuamente mermado y la necesidad de vivir cada vez peor para que un eurodiputado pueda viajar ocho veces al mes en clase preferente?

¿Dónde está ese sitio donde reparten sobres para que pueda pillar uno y comprar algo para la biblioteca, que por segundo año consecutivo tiene presupuesto cero?

¿Por qué un tipo como Carromero, de 27 años y con la carrera sin acabar, cobra casi 3.000 euros y yo, que soy licenciado y llevo un montón de años cotizando, me llevo al bolsillo poco más de 2.000?

¿Cómo es posible que la gente proteste cuando le traen un filete frío en un restaurante y no esté permanentemente en la calle pidiendo el exilio para todo ese hatajo de personas?

Voy a empezar a dejarme de zarandajas y a contar la verdad en clase: no estudiéis, haced amigos (a ser posible, cerca de Génova o Ferraz). No preparéis los exámenes, tomad anabolizantes y aumentad vuestras glándulas mamarias. No eduquéis vuestra mente, inventad romances con famosas o dejaos preñar por futbolistas o toreros.

Un país que abandona la educación, la investigación, la cultura, el arte y la transmisión del conocimiento. Una nación que deja de lado a los más débiles y protege a los poderosos y los corruptos. Un lugar en el que se torturan animales con lanzas mientras se cierran escuelas de música, bibliotecas y centros culturales.

Este es el sitio en el que vivo. Un lodazal de inmundicia que cada día crece un poco más— Juan José Jiménez Blázquez. Profesor de secundaria y 26 profesores más. Yo también la suscribo, por supuesto.
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Como coda final, y para aquellos que se quejan y proclaman el fracaso del Sistema educativo español, afirmaré que difícilmente los profesores podemos cambiar una sociedad y una cultura como la española con tantas carencias en moral social, tan poco interés por la cultura y tanto desprecio acumulado hacia el que sobresale o es distinto. Aquel que mira hacia el  futuro y piensa en los demás siempre ha sido considerado un Quijote, cuando no un tonto.  

Así que la culpa de nuestro fracaso hay que buscarla en el entorno: en los valores que algunos padres inculcan a sus hijos, en el dinero fácil, en el desprecio por el trabajo intelectual-que no suele considerarse trabajo, precisamente por aquellos que nunca lo han realizado; en los medios de comunicación que ensalzan a futbolistas y chismosas profesionales; en la cultura empresarial del pelotazo y el beneficio a corto plazo, en los creadores de determinada opinión que son capaces de vender su alma y su país a cambio de cuatro perras y que extienden la estulticia más casposa entre la gente empleando la más indecente falta de lógica ¡Qué agradecida es la demagogia!

Ni yo ni los miles de profesores somos responsables de esta sociedad de analfabetos funcionales, psicopatas sociales y manipuladores y tahures del pensamiento. Por último, y ante lo que hay que soportar a menudo: Una sociedad que desprecia, menoscaba e insulta a los que enseñan, es una sociedad condenada al fracaso. Por supuesto, hay que pensar que si se nos insulta y se nos desprestigia quizás sea porque somos la última barrera que contiene las ideas de personas de frente estrecha y colmillo torcido.

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